Domingo en la tarde.
La esperanza se pierde
con cada segundo transcurrido.
Se anticipa el horror de
la semana y su increíble
hábito por la vida cotidiana.
De vuelta al trabajo,
al vacío de las máquinas,
al ritmo de los ojos-pantalla.
De vuelta al ciclo intenso
tras minuteros
instantáneos,
aquellos monstruos
que se insinúan en los
oscuros pasajes
de oficinas y aceras
sin nombre.
La esperanza se pierde
con cada segundo transcurrido.
Se anticipa el horror de
la semana y su increíble
hábito por la vida cotidiana.
De vuelta al trabajo,
al vacío de las máquinas,
al ritmo de los ojos-pantalla.
De vuelta al ciclo intenso
tras minuteros
instantáneos,
aquellos monstruos
que se insinúan en los
oscuros pasajes
de oficinas y aceras
sin nombre.
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