Rozar con palabras este espacio de bits,
información aleatoria,
fragmentos de eternidad cibernética.
Pensar la palabra como condición
de existencia,
testamento en vida,
locura sin mente;
sólo el acompasar al teclado
y su código telepático,
sin fin,
sin sueño, ni sed, ni hambre.
Pensar a esta máquina que me devuelve
tu rostro como estampilla,
como recuerdo ya alcanzado,
como naufragio en silencio,
vívido,
anclado al papel ausente.
Rozar, tirar las palabras
a esta realidad petrificada,
confusa,
atestada de ojos y manos
imaginadas.
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